Un riachuelo serpenteante puede convertir tu jardín en un pequeño paraíso. Bordeándolo, podrás cultivar un buen número de preciosas plantas de ribera que contribuirán a la creación de un paisaje natural que, unido al tenue murmullo del curso del agua, te aportará momentos únicos de reposo y de placer.
Para crear un efecto que imite a la naturaleza, el riachuelo de tu jardín debe nacer en un punto elevado. Su funcionamiento consiste en crear un estanque de cabecera en el punto más alto para que actúe de manantial, y el otro estanque colector construido al pie de la pendiente, con una bomba que devuelva el agua al estanque superior a través de una manguera enterrada, desde donde volverá a caer en un flujo continuo.
Para ello observa el jardín y decide cuál puede ser el mejor recorrido y la mejor dirección para el riachuelo; ten en cuenta que cuanto más largo sea el curso del agua, más natural será el resultado. Con la ayuda de un nivel, comprueba las pendientes y desniveles de la parcela y traza el curso del arroyo colocando una cuerda para marcarlo. La anchura puede variar como lo consideres más oportuno, siendo más rápido el curso del agua por las zonas estrechas y más lentas por las zonas más anchas.
No hace falta grandes pendientes, aunque te sugerimos que por lo menos la diferencia de cota sea de un palmo.
Materiales:
Para la construcción del riachuelo necesitas:
- un revestimiento de butilo para estanque
- una manguera que devuelva el agua
- una cuerda para marcar la línea del curso del agua
- una zapa para cavar la zanja
- estacas o cuñas de madera
- un nivel
- arena fina para proteger el revestimiento por la parte inferior
- una bomba de agua sumergible de bajo voltaje
- un transformador
- gravilla lavada y piedras.
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